Leí estos poemas que reúne Técnicas de supervivencia (Promesa, 2020) y asistí a un concierto de estruendos, de estallidos que interrumpen el silencio y que van desde tres o cuatro versos a páginas y páginas que devora el frenesí del poema. La idea del silencio y de la soledad, si bien explicitada y dicha a lo largo de los poemas, aparece en esa figura que se asoma desde la soledad con una lucidez prendida fuego, y nos dice algo primordial -como si nada- para luego irse por la puerta.
Miren sino el
poema 3 del apartado “La serie de la distancia”.
3
como habitamos con
palabras este mundo
digamos lo importante
conversemos en silencio
con el interior de las cosas
y cuando no quede más que
el grito
la ebullición
de la euforia el deseo el
amor las ganas
digamos una palabra
y punto aparte
Y si tomamos
ese poema como una especie de ars poética pueden verse varias cosas. Primero,
un eco que llega desde Alejandra Pizarnik hasta este yo lírico, otra silenciosa
en el desierto que viene hacia nosotres, no para figurarnos y poetizar su propia
muerte, sino para decirnos algo importante. Y con importante me refiero a la
angustia hacia la que va Nadia Sol Caramella, acercándose constantemente al silencio,
la soledad, la distancia que se erige entre une y la persona que amamos. Todos
males que, dejando de lado la pandemia, son tan actuales y representativos de nuestra
época como la hiperconectividad de las redes sociales, por ejemplo. La
contundencia de estos dos primeros versos lo saben: “¿Qué vamos a hacer con
este vacío de internet/ahora que hay cosas reales en el mundo?”
En ese sentido,
la lectura de este libro fue conectarme con la desazón del presente para ver
hasta dónde llega, hasta dónde la distancia hace desaparecer las cosas. Me hizo
acordar a eso que dijo Marguerite Yourcenar y que se alza como consigna para estos
días, y diría que para todos los días: “Lo mejor para las turbulencias del
espíritu, es aprender.” Aprender, qué otra cosa mejor que eso.
Este libro sale a pelear con valentía, con amor, y sobre todo con confianza en que la escritura puede quitar el polvo que cubre a la belleza y hace parecer un manojo gris a un puñado de flores. Del silencio hacia el poema, la escritura como una forma del estallido que lleva a una revelación: que las cosas no duelan tanto.
“Separemonos pues un poco…” -dice Barthes- “hagamos el aprendizaje desde cierta distancia. Que surja la palabra reprimida que aflora a los labios de todo sujeto, en cuanto sobrevive a la muerte del prójimo: ¡vivamos!” Y si bien el impulso vitalista de esta cita de Barthes no está dicho, ya que no hay una celebración acentuada, no puedo dejar de ignorar el título que lleva el libro y la cantidad de poemas -de belleza, de tregua con el desamparo- que aparecieron en el silencio contra el que lucha Nadia Sol Caramella. Un silencio que, además, la reclama y la llama porque la necesita, y ella también a él. En ese pasaje, asistimos a sus poemas y a su aprendizaje radical, necesario. Ella lo dice: “de la distancia no aprendí/más que técnicas de supervivencia.”
Selección
de poemas
De “Tiempos
de caza”
quiero
arrancarle unas palabras a esto que siento
guardarte en un cuadrito
y ocultarte
aniquilar mi costado fan
de vos
buscar en los vidrios
rotos de la estación
una cara distinta menos
cruel y transparente
mi sangre es una sombra
proyectada
en una calle arbolada
y tu voz
un oso polar buscando su
presa
en la oscuridad
palpando en silencio
el próximo abismo
un ciervo tembloroso
muerto de miedo, muerto
de frío
a quien empujar al mundo
“arrojate a la vida”
tu voz me empuja
y me desarma
las sombras de los árboles
y mi sangre en las calles
de Ramos
el oeste se te parece en la
distancia
me decís:
“hacemos el amor con la
intensidad para hacer un hijo”
y no importa que seamos
mujeres
nos clavamos como imanes
a una heladera vacía
que no pudimos llenar
siquiera de buenas
intenciones
mi amor
tus hijos ya no serán
míos
caminar
destapada todo un invierno
nada quiero de estas
colchas
más que fingirme una
mosca
sobre un teclado de arena
y saber que no es cierto
que podría quedarme
quieta mientras el invierno
hace quiebra y va
pero los besos
ay, esas pequeñas jaulas
donde cabe un niño muerto
o dos
a todo desierto le llega
la primavera, sabés
el sol se estaciona por
el fondo
y ni una flor
ni una sola
tus amigos hablan de
cosas grandes
los amigos de tus amigos
hablan de cosas grandes
mis amigos me hablan y yo
asiento con la cabeza
mientras adentro dejo
todo quieto
muteo el paisaje
lo tejo en silencio
para alejarme de la
herencia familiar
el grito y la tanada
que nos llegó deforme
por una vieja de mierda,
todavía vive
a veces pienso que la
poesía
no existe
que todo pasa simplemente
de lado a lado de una hoja
como algo sin importancia
prefiero la vuelta a casa
volver a casa en invierno
volver a casa sola
mi casa es un desierto de
botellas vacías
lo fue mucho tiempo
cuando mi viejo vivía
y se aventaba a la vida
lo vi salir de una pileta
llena de mugre
lo vi salir con una moto
vieja
lo vi como a un caballero
en su corcel
lo vi ser grande
lo vi gigante
lo vi ser en la noche oscura
una figura brillante
una noche
que hoy la
reminiscencia trae cambiada
mi papá fue un borracho
pero me enseñó a escribir
con estos días se me da
por fingir
un lazo con los míos
a mí también me dirán como
a la vieja
la Caramella
y no me voy a dar vuelta
a mirar
como cuando a los otros
me pregunten por mis miedos
no diré ni una sola palabra
voy delante de mi furia
por eso escribo
De “La
serie de la distancia”
5
La palabra DIOS me inquieta
pienso en la mística del espíritu
pienso en las estrellas
en la magia
y en la oscuridad de las
personas
pienso en las palabras de
pocas letras
y en el silencio
la distancia afecta a las
personas
las cambia
las deforma
el silencio las reaviva
cuando llego a una distancia
me pregunto de qué sirvió
De “La muralla
china”
se refugian
de la lluvia
en un local de comida rápida
se corta la luz
y detrás de los vidrios
se los puede ver sentados
fingiendo estar varados
en la ruta
imaginan la extinción de
la humanidad
¿por qué nos miran como
si fuéramos animales?
“porque estamos en una jaula”
la ciudad se apaga por unas
horas,
ellos se sientan a mirar
la oscuridad
la lluvia los contiene en
su respiración
y la vida no es más que
eso
De “El
silencio de los árboles”
no
quería dejar la habitación desordenada
pero el volcán erupcionó
quemando cosas viejas
que no me animé a tirar
ahora alguien tiene que
limpiar
el desastre
y no seré yo
como cuando el amor
me declaró la guerra
en medio de una batalla
corrí a refugiarme en mi
cama
y esta vez no será la excepción
prefiero el desastre
a un orden que duela
***
Nadia Sol Caramella (Buenos Aires,
1986): Poeta, editora, docente y gestora cultural. Dirige Escrituras Indie,
medio de difusión alternativo, y edita en Difusión A/terna Ediciones, editorial
de plaquetas de nueva literatura latinoamericana. Actualmente coordina talleres
literarios con perspectiva transfeminista.
Gracias Timo, muy hermosa tu lectura <3 !!!!
ResponderEliminarGracias a vos! Hermosos tus poemas.
EliminarMe encantó. Muy bellos.
ResponderEliminarGracias Ohuanta querida!
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