La poesía de Sandro Penna
(1906-1977) no necesita muchas explicaciones, sino que simplemente espera por
ser disfrutada, como se disfruta de intensos momentos de pura gracia o de la
visión de una pintura. En la época-laboratorio en la que vivía el autor, el
siglo XX, su poesía era atípica con respecto a la poesía de sus contemporáneos,
como por ejemplo Montale y Pasolini, que se caracterizaba por ser hermética,
simbólica y más orientada hacia la experimentación del lenguaje y de la forma.
Por el contrario, son la franqueza, la inmediatez y la brevedad las
características que determinan la belleza y la eficacia de la poesía de Penna.
Esas características, junto con el énfasis que en el Eros, centro de su
producción, lo asimilan casi a un escritor clásico. El erotismo es la fuerza
que domina su poesía vinculada a la unión de temas existenciales y hechos
cotidianos. Si bien parece simple de entender, en realidad al nivel formal de la
estructura poética y del lenguaje, Penna es más próximo a los poetas de
principios del siglo XX, como Pascoli o los crepusculares. El lenguaje es el resultado
de la unión armónica entre el léxico literario y el cotidiano insertado en una
métrica tradicional.
Su poesía no es tan
simple no solamente por lo que atañe la sintaxis, sino también por la
representación de algunas imágenes. Penna
es un caminante nocturno, un recolector de imágenes que da vueltas por la
ciudad. Una cierta dosis de misterio aparece a menudo en sus versos,
algo que pertenece a un pasado que no conocemos o que procede de otro mundo que
no podemos ver y es justamente este sutil enigma el que refuerza el sentido de
aparente simpleza de escritura. Lo que más atrae de su poesía es exactamente esta
forma de crear imágenes inmediatas, escenas con sujetos o sugestiones que se
repiten, como el muchacho, el tren, el mar, los marineros. A veces, cuando el lector piensa tener todo
claro, aparece algo, algún “firmamento remoto” –como escribe Penna– que no se
puede descifrar. Pero el espacio vacío que deja Penna en su poética se vuelve
un lugar de encuentro, porque es el lector el que puede rellenar este vacío,
este misterio.
No hay que dejar de lado
que el traductor es, ante todo, un lector. Denise Levertov dice que la poesía
es como: “un cambio químico, es una experiencia por la que uno ha atravesado”.
Me hace pensar en Antonio Prete, poeta y traductor italiano, que reflexiona
sobre la traducción poética en su obra All’ombra dell’altra lingua (Bollati Boringhieri, 2011) y escribe que la traducción es: “trasmutar un idioma en otro”.
Prete también dice que: “hay en esta alquimia algo que se parece a la
experiencia de amor o por lo menos a su tensión”. Y, por último, traducir es
“un trabajo de formación y de conocimiento. Un acto de crecimiento”. Es
propiamente esto lo que aporta la traducción: conocimiento. El traductor se encuentra
en el medio de los dos idiomas y su tarea es la de guardar la especificidad de
los dos.
La selección de poemas
que traduje y que les propongo acá es casual, dirigida por las sensaciones y
las sugestiones durante la lectura de sus poemas.
Poesie inedite 1927-1955
Le porte del mondo non sanno
che fuori la pioggia le cerca.
Le cerca. Le cerca. Paziente
si perde, ritorna. La luce
non sa della pioggia. La pioggia
non sa della luce. Le porte,
le porte del mondo son chiuse:
serrate alla pioggia,
serrate alla luce.
Las puertas del mundo no saben
que afuera la lluvia las busca.
Las busca. Las busca. Paciente
se pierde, vuelve. La luz
no sabe de la lluvia. La lluvia
no sabe de la luz. Las puertas,
las puertas del mundo están cerradas:
tapiadas a la lluvia,
tapiadas a la luz.
Giovanili ritrovate, 1927-1936
Andiamo, andiamo disperatamente
ancora insieme ne la notte fonda
e lieve e vellutata dell’estate.
Vamos, vamos desesperadamente
todavía juntos en la noche honda
y leve y aterciopelada de verano.
Croce e delizia, 1927-1957
I tuoi calmi spettacoli. La vita.
L’amore che li lega. Sole sul colle.
E più tardi la luna. Aiuto, aiuto!
Tus quietos espectáculos. La vida.
El amor que los ata. Sol sobre el cerro.
Y más tarde la luna. ¡Ayuda!, ¡ayuda!
Il viaggiatore insonne, 1977
Il viaggiatore insonne
se il treno si è fermato
un attimo in attesa
di riprendere il fiato
ha sentito il sospiro
di quel buio paese
in un accordo breve…
El viajero insomne
cuando el tren ha parado
un rato en espera
para recuperar el aliento
escuchó el suspiro
de aquel oscuro pueblo
en un breve acorde…
Poesie, 1957
Amico, sei lontano. E la tua vita
ha intorno a sé colori ch’io non vedo.
Ha la mia vita intorno a sé colori
che io non vedo.
Amigo, estás lejos. Y tu vida
tiene en su entorno colores que yo no veo.
Tiene mi vida en su entorno colores
que yo no veo.
***
Il mare è tutto azzurro.
Il mare è tutto calmo.
Nel cuore è quasi un urlo
di gioia. E tutto è calmo.
El mar es todo azul.
El mar está todo quieto.
En el corazón casi es un grito
de alegría. Y todo está quieto.
***
Le nere scale della mia taverna
tu discendi tutto intriso di vento.
I bei capelli caduti tu hai
sugli occhi vivi in un mio firmamento
remoto.
Nella
fumosa taverna
ora è l’odore del porto e del vento.
Libero vento che modella i corpi
e muove il passo ai bianchi marinai.
Las negras escaleras de mi taberna
tú desciendes todo empapado de viento.
El bello pelo caído tú tienes
sobre los ojos vivos en mi firmamento
remoto.
En
la humosa taberna
ahora es el olor del puerto y del viento.
Libre viento que modela cuerpos
y da el paso a los blancos marineros.
***
Interno
Dal portiere non c’era nessuno.
C’era la luce sui poveri letti
disfatti. E sopra un tavolaccio
dormiva un ragazzaccio
bellissimo.
Uscì
dalle sue braccia
annuvolate, esitando, un gattino.
Interno
En lo del portero no había nadie.
Había luz sobre las pobres camas
deshechas. Y arriba de una vieja mesa
dormía un muchacho malo
bellísimo.
Salió
de sus brazos
nublados, vacilando, un gatito.
***
Il crisantemo perde il suo colore
di opulenta gallina, ma resiste
a sera il suo antico alito triste.
Io lo lascio per te, giovin signore,
anche tu doloroso e opulento,
odoroso di un tempo che fu.
Ci coglierà più tardi un freddo vento?
Lo sfideremo lieti, se laggiù
già brillano i fanali di un convento:
il cinema rionale dove tu
ti spogli delle tue piume d’argento,
indossi una tua scorza popolare.
El crisantemo pierde su color
de opulenta gallina, pero resiste
a la tarde su antiguo aliento triste.
Lo dejo para ti, joven señor,
tú también doloroso y opulento,
oloroso de un tiempo que fue.
¿Nos escogerá luego un viento frío?
Lo desafiaremos felices, si allí abajo
ya brillan las luces de un convento:
el cine barrial en donde tú
te desnudas de tus plumas plateadas,
llevas tu propia cáscara popular.
Sedere a una tavola ignota.
Dormire in un letto non mio.
Sentire la piazza già vuota
gonfiarsi in un tenero addio.
Sentarse a una mesa desconocida.
Dormir en una cama no mía.
Sentir la plaza ya vacía
hincharse en una tierna despedida.
***
Il fanciullo magretto torna a casa
un poco stanco e molto interessato
alle cose dell’autobus. Pensa
– con quella luce che viene dai sensi
dai sensi ancora appena appena tocca –
in quanti modi adoperar si possa
una cosa ch’è nuova e già non tiene
se inavvertito ogni tanto egli tocca.
Poi si accorge di me. E raffreddato
si soffia il cuore fra due grosse mani.
Io devo scendere e forse è un bene.
El chiquillo flaquito vuelve a casa
un poco cansado y muy interesado
a las cosas del colectivo. Piensa
– con aquella luz que viene de los sentidos
de los sentidos aún apenas toca –
de cuantas formas emplear se puede
una cosa que es nueva y ya no tiene
si inadvertido alguna vez él toca.
Luego se entera de mi. Y resfriado
se suena el corazón entre dos gruesas manos.
Yo debo bajar y quizás es bueno.
***
Aurora Germani (Italia, Roma, 1995). Es graduada en Lenguas y Culturas extranjeras en la universidad de Roma Tre (Italia, Roma) en ruso y español. Ganó una beca de intercambio y estudió durante seis meses en la UNSAM (Argentina, Buenos Aires) en la Escuela de Humanidades. Actualmente está a punto de recibirse en literatura rusa por la especialización en Literaturas y Traducción Intercultural en la misma universidad de Roma Tre.
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